Simón Pedro tenía prisa, como tantas veces la tenemos nosotros. Pero Jesús le pidió que se detuviera, aunque solo fuera por un instante.

¿Cuántas veces nuestra vida corre con el ritmo de las urgencias, mientras lo esencial espera silencioso dentro de nosotros?

A veces, lo único que necesitamos es hacer una pausa.
Cerrar los ojos.
Respirar.
Escuchar esa voz suave que nos invita a confiar, a mirar hacia dentro y a recordar quiénes somos realmente.

Hoy, regálate ese momento.
Detente.
Escucha.

Puede que lo que más anhelas esté esperando en ese espacio de quietud.