Muchas personas están buscando lo correcto, pero en los sitios equivocados.
Corremos detrás de títulos, posesiones, aplausos y “me gusta”, creyendo que ahí encontraremos la validación, la seguridad o la felicidad que nos falta. Sin darnos cuenta, caemos en la trampa de pensar que algo externo puede completarnos.
Hace poco leí que hay muchos buscadores, pero pocos "encontradores". Y quizá sea así porque buscamos hacia afuera lo que solo puede ser hallado hacia adentro.
El verdadero encuentro ocurre cuando dejamos de pedir permiso para florecer. Cuando reconocemos que nuestra grandeza ya está ahí, intacta, sin depender de circunstancias ni de terceros.
Quien se sabe valioso no necesita que se lo confirmen.
Quien se reconoce completo, deja de mendigar trozos de reconocimiento.
Y en ese momento, se convierte en encontrador: porque ha comprendido que lo que anhelaba nunca estuvo lejos.