La PNL (programación neurolingüística) estudia cómo nuestros pensamientos, lenguaje y conductas influyen en nuestra experiencia y comunicación. Nos ayuda a conocer cuáles son nuestras tendencias y patrones, que continuamente salen a la luz, si estamos dispuestos a verlos. Esto, a su vez, nos ayuda a mantener una comunicación efectiva, a gestionar nuestras emociones y a cambiar patrones de comportamiento ineficaces.
He titulado este post "La lupa de la mente" para hablar de la asociación y disociación en PNL; dos maneras de procesar la información que pueden ayudarnos a conectar emocionalmente con una experiencia o a vivirla desde una distancia objetiva, según las utilicemos.
El estado "asociado" consiste en vivir la experiencia desde la perspectiva propia, en primera persona. Imaginemos que intentamos recordar un acontecimiento pasado; por ejemplo, el momento en que dimos una charla en público. En este caso, nos visualizaremos desde dentro de nuestra persona, mirando a la audiencia. Esta vivencia es tan real, al permanecer dentro del personaje, que experimentamos las mismas emociones, sensaciones corporales y pensamientos que sucedieron en aquel momento. Esta técnica puede ser de utilidad para superar miedos, mejorar el rendimiento y visualizar metas, aumentando la confianza.
En el estado "disociado", al contrario, nos visualizamos desde fuera. Usando el ejemplo anterior, formaríamos parte parte del público que asiste a nuestra ponencia, como si observáramos nuestra intervención desde un patio de butacas. En este caso, podemos notar detalles que antes pasaron desapercibidos, analizar la situación de manera objetiva y poner distancia emocional, para procesar el recuerdo desde una perspectiva más neutra. La disociación puede ser útil para gestionar emociones intensas, procesar experiencias traumáticas y adoptar nuesvos enfoques o perspectivas, desde el autoanálisis.
Para poder usar estas herramientas, además de contar con una persona experta, es importante:
Buscar un lugar propicio, tranquilo y sin distracciones.
Definir claramente los objetivos a trabajar.
Crear un ambiente relajado. A veces es importante realizar una relajación antes de comenzar con la visualización.
Involucrar a todos los sentidos: aquello que vimos, oímos; sensaciones físicas, olores, etc.
Mantener una actitud de confianza.
Practicar con regularidad.
Y, por último, es importante recordar que las visualizaciones son más efectivas cuando se combinan con la determinación de llevar a cabo aquello que buscamos lograr y nos decidimos a pasar a la acción.